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  • Foto del escritorYoguinis en Revuelta

¿CUÁNDO LOS AJUSTES EN YOGA SON ABUSO?


Parte I

Muchos instructores dicen que sirven para prevenir lesiones, hacer las posturas de forma correcta y avanzar en la práctica pero la mayoría de nosotros no tuvo ningún tipo de educación médica o sobre anatomía que nos ayude a comprobar que es así. De hecho, la información que sí tenemos es que ajustar a los alumnos provoca flexibilidad pasiva y daña las articulaciones al exceder su rango de movimiento.

No es sorpresa que muchos practicantes quieran recibirlos pensando en las prometidas ventajas físicas. La confianza en el poder de los ajustes es tal que una reconocida instructora nos dijo en clase que si aceptabas recibirlos querías avanzar y mejorar tu práctica pero si te negabas era tu ego queriendo impedirlo.

Los ajustes se asocian a la silenciosa pero existente jerarquía entre practicantes.

En muchos salones, se sabe que la instructora te ajusta cuando le importas y ve en ti potencial. Así lo cuentan personas que entrenaron con Pattabhi Jois y B.K.S. Iyengar. Entrenar con ellos representaba practicar en lugares repletos, llamar su atención era casi imposible. Recibir un ajuste era un honor, significaba que eras especial.

Así lo cuenta una estudiante de Iyengar que, mientras estaban en parado de cabeza, ansiaba la patada en las escápulas que daba a sus estudiantes más selectos. Cuando la recibió obtuvo la validación que siempre quiso y volvió a casa llena de felicidad, con una historia que contar a sus estudiantes: su maestro la había pateado.

En el siguiente video (https://www.facebook.com/ann.tapsellwest/videos/10218834710159898/?t=1) podemos ver a Iyengar dirigiendo violenta y agresivamente a una mujer, en este https://www.facebook.com/ann.tapsellwest/videos/10218834713999994/?t=122 vemos cuando le grita a un practicante y lo golpea para acomodarlo en su ideal de trikonasana, claros ejemplos del abuso físico durante los ajustes.

Respecto a Pattabhi Jois, está este video clásico que inicia con una imagen de él haciendo un ajuste para “activar mula bandha”. En la imagen aparece con una mano en la zona del ano de dos practicantes. También lo vemos empujando sus genitales sobre el pubis de practicantes que hacen una postura avanzada (yoganidrasana) para luego soltar todo su peso corporal sobre ellas y presionar sus piernas hacia atrás, entre muchos otros ajustes. Este video ha inquietado a la comunidad yogui desde su aparición. Muchos ashtanguis se unen para reportarlo pone en riesgo a todo el linaje. Afortunadamente alguien siempre lo vuelve a subir.

El comportamiento de Jois me desconcierta. Hace evidente lo ridícula que es la hiperfexibilidad exigida. De repente, yoganidrasana deja de ser inspiradora o aspiracional y se vuelve perturbante. Sus ajustes son extremadamente violentos, conducidos con movimientos toscos y abruptos. Los practicantes exudan incomodidad y dolor, sus cuerpos expresan vulnerabilidad y terminan por ejecutar las posturas a la fuerza. Actualmente, a esto se le conoce como dominación somática.

Nunca sabremos la cantidad de practicantes de los que Jois abusó sexualmente. Las lesiones que provocó y los abusos que cometió dejaron secuelas para siempre. Algunos se alejaron para nunca volver, otras tantas no encuentran fuerza para contar sus historias. No hay excusa para continuar defendiendo esto.

Los ajustes son el dominio ideal para el abuso. En el contexto de la relación entre instructor-estudiante, una relación asimétrica de poder, dos cuerpos entran en contacto de forma transgresora sin que haya voluntad por parte de quien recibe el ajuste. La relación asimétrica se traduce siempre en invasión, dominación corporal y, a veces, lesiones y abuso sexual.

Invadir a alguien creyendo que sabemos más de su cuerpo que ellos mismos representa una arrogancia agobiante que muchos yoguis niegan poseer. Los instructores han sido entrenados para creer que pueden y deben tocar los cuerpos de sus estudiantes en nombre de lo que les enseñaron que era correcto.

En todos los contextos de poder, el abuso se esconde, no se quiere hablar de él porque, quizá, pensamos que si no lo decimos, no existe. No es así.

Compete a cada uno de los instructores y de los practicantes romper este silencio que penetra todos los salones y a todos los linajes, pues todas las prácticas de yoga están conectadas. Tendríamos que reconocer públicamente lo que hemos estado haciendo. Muchos de nosotros hemos ajustado sin tener consciencia de esto, ahora que sabemos lo que implica, ¿estamos dispuestos a cambiar?

Si seguimos eligiendo ser espectadores pasivos, seguiremos siendo cómplices de este círculo de violencia.

Muchas practicantes comienzan a alzar la voz, su valentía merece ser reconocida y sus voces escuchadas con empatía y apertura. La primera en hacerlo fue Anneke Lucas, víctima de su atroz abuso sexual luego de tomar un par de talleres con Jois en los que, al ser tocada de forma inapropiada, lo confrontó. (artículo) Le siguió de forma notable Karen Rain en 2018. Ella estudió con Jois en los noventa, dentro de Mysore y durante 2 años sufrió este abuso. Luego de que Rain contó su experiencia se inauguró el #metooyoga que ha sacado a la luz innumerables casos de abuso sexual en el mundo del yoga. Ningún linaje ha quedado intacto. El abuso inicia, pero no termina, con los ajustes per esta es solo la punta del iceberg.

¿Estamos listos para esta conversación?

Los leo.

PD: Si alguien quiere compartir su historia personal, nos gustaría mucho leerles. Pueden hacerlo por mensaje privado y mantendremos su anonimato.


Tania Campaña.





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